Tengo una amiga que tiene tres riñones, sí, tres. Desconozco la razón de esa posesión tan curiosa e indecorosa, ¡con tanta gente necesitando que le donen tan solo un riñón y ella acaparándolos!. Resulta muy irónico que no pueda donar ninguno de los tres, su cuerpo no está hecho para ese acto de generosidad y, conociendo a mi amiga, ya hubiese donado no uno de ellos, sino dos. Así pasa.
Sé de alguien que no puede llorar, físicamente hablando, por un problema con sus lacrimales, por mucho que quiera tener ríos de lágrimas estas no salen, “pobre hombre, tan insensible”, dirían por ahí, mientras él llora sin que se le manifieste ese signo tan característico.