Desde hace días me han pedido que vuelva a compartir mi primer experiencia de una de mis charlas en una prisión. Me permito compartirla por esta vía dado que fue una de las primeras actividades directamente relacionadas relacionadas con esto que hoy es nuestro Halo Frida, laboratorio creativo de emociones.

A finales de agosto de 2016 me propusieron impartir un taller de arte en una penitenciaria. De inmediato dije que sí, me pareció algo loable además de un reto. El taller no podría ser de fotografía a nivel práctico debido a la prohibición de ingresar cámaras al recinto, igualmente la cantidad de materiales disponibles para trabajar sería muy limitada, solo me permitirían llevar mi portátil con mi presentación, música e imágenes, así que decidí hacer la actividad más tipo charla que taller.

UnratodelibertadFoto: Maritza Tortolero ©

“Arte y creatividad, mis motores” fue la charla escogida, partiendo de la fotografía como mi herramienta de trabajo y empuje en mi condición de salud, añadiendo luego momentos en los que la música, la cocina y la escritura, entre otros, han sido mis instrumentos creativos.

Fecha acordada: sábado 08/10/2016. Permisos concedidos para mi madre, mi ordenador y yo. Asistentes: unos 15 a 20 hombres, desde los 18 años hasta la 3era edad.

El recibimiento amable de parte de los voluntarios, los funcionarios públicos y los privados de libertad propiamente ayudó a romper el hielo. No obstante al comenzar la charla no sólo el silencio era un tanto ensordecedor sino que cada uno me miraba fija y seriamente. No pensé ni un minuto en sus posibles razones para estar así, podrían ser miles y todas basadas en suposiciones, me sentí algo intimidada pero comencé a hablar ubicando miradas en las cuales apoyarme. 

Les fui relatando mi experiencia personal cargada de anécdotas, acompañada de imágenes. A medida que la charla fluía notaba como sus rostros y miradas se iban ablandando, relajando, se comenzaba a generar una empatía, tanto que asentían en ocasiones y acabaron riéndose con algunos de mis relatos. 

Antes de concluir la charla les pedí hacer algo con el único material permitido y disponible: una hoja en blanco, nada más. Se valía que imaginasen qué escribir o dibujar en ese papel. Mientras tanto dejé sonar un tema musical. Se detuvo la música (unos 5 min) y con ella el ejercicio. Tocaba ver los resultados, sin evaluarlos. No pregunté qué había hecho cada uno con el papel, lo que me interesaba era saber qué había pasado dentro de ellos en ese tiempo. La participación era voluntaria. Un aficionado a los toros nos mostró su papel intacto y dijo: “Aquí no pasó nada y pasó mucho”… El tema musical le había hecho recordar un episodio de un torero al cual él admiraba y se imaginó a sí mismo como torero, así que se levantó y usó su papel como muleta. Otro, escritor y ganador de concursos literarios, escribió: “Es sorprendente cuando un ser humano demuestra capacidad de convertir en sencillo y grandioso algo que aparenta catastrófica dificultad”. Reflexionamos, asentimos. Muchos callaron.

Al final la charla se me acercaron algunos de los asistentes a agradecerme haber compartido mi experiencia de vida con ellos. A un “gracias, para ti” lo acompañó un pájaro de papel. Una flor me fue entregada con una sonrisa y una frase que no olvidaré: “gracias por traernos un rato de libertad».

Unratodelibertad72dpiFoto: Maritza Tortolero ©

 

6 comentarios en “Un rato de libertad

  1. Fantástico.
    Llena de libertad y presa del dolor. Un gran intercambio de emociones, con personas llenas de dolor y presos de libertad.

  2. Me encantó este artículo. Te felicito por esa experiencia y te exhorto a continuar con ella si pudieras. Es un mundo olvidado por la mayoría. Sin embargo es un mundo en donde hay mucho qué aprender. Tengo ya algún tiempo visitando la cárcel de mujeres una vez

  3. al mes, y he aprendido que muchas mujeres han conseguido allí dentro su libertad espiritual. Es allí donde se han liberado de muchas cosas. Nuevamente, felicitaciones por tu iniciativa y que Dios te bendiga.

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