Desde hace días me han pedido que vuelva a compartir mi primer experiencia de una de mis charlas en una prisión. Me permito compartirla por esta vía dado que fue una de las primeras actividades directamente relacionadas relacionadas con esto que hoy es nuestro Halo Frida, laboratorio creativo de emociones.
A finales de agosto de 2016 me propusieron impartir un taller de arte en una penitenciaria. De inmediato dije que sí, me pareció algo loable además de un reto. El taller no podría ser de fotografía a nivel práctico debido a la prohibición de ingresar cámaras al recinto, igualmente la cantidad de materiales disponibles para trabajar sería muy limitada, solo me permitirían llevar mi portátil con mi presentación, música e imágenes, así que decidí hacer la actividad más tipo charla que taller.